nueve y cuarenta y tres
el cielo aún no ennegrece
en el confín del desierto
ociosas mimosas
bajo caudales de luz del sol
Esperan la llegada del amor
corro
en dirección opuesta al sol poniente
aprieto el paso, me detengo donde termina la noche
oigo los ruidos de la ciudad
que procrea y se multiplica
en Kashgar
todo es árido
incluso los ojos y labios
del ser amado
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